Cuando vi a Oswaldo entusiasmado con su película ¿¡Y tú qué sabes!? y platicándome sobre el agua y cómo las emociones la afectaban, sencillamente no podía dar crédito a lo que oía y veía. No era el clásico Oswaldo, escéptico que te cuestiona todo, sino daba la impresión de hallarse atraído por la idea.
A mi sencillamente aunque afirmaba que esas cosas las decían gente estudiosa, definitivamente no me entraba ni de chiste la idea. Era como cuando Jaime Mausan te dice que trae la neta del planeta y que en unos minutos te va a mostrar la primicia de un marciano teletransportándose a otra galaxia. Sencillamente sabes que por bueno que suene, definitivamente no va a suceder.
Total que no dije más y me quede con la idea de que quizá, después de todo, Oswaldo no estaba convencido, sino mas bien solo interesando porque la descabellada idea sonaba bien, al menos para una película. De cualquier forma me intrigó.
Hoy me topé con este magnífico artículo que habla precisamente de esta pseudociencia. Definitivamente desmorona cualquier intento de tratar de darle peso a las ideas de estas sentimentales aguas. Muy recomendable.