Desde hace algunos años mis cumpleaños siempre son sinónimos de tragedias. Nunca se me ha dado celebrarlos, pero al menos me gustaría que estuvieran llenos de noticias alegres y no es el caso. ¿Será que siempre me concentro por ver el vaso vacío?
Este año no ha sido la excepción. Hace algunos días inicié con un problema de salud que, a pesar de atenderlo, se fue complicando hasta llegar a su clímax justo el aniversario de mi nacimiento. Me pasé la tarde desguanzado y con fiebre. Fue como un recordatorio de que la vida es sobre todo un asunto de supervivencia.
Al otro día teníamos programado ir a un balneario. Era un plan que habíamos organizado por meses. Yo hice todo lo posible por estar sano y ahora parece que tendría que faltar. Con mucha fuerza de voluntad y aceptando la posibilidad de que podría empeorar, me lancé a la aventura. Intenté dar lo mejor: nadar, lanzarme de los toboganes. Cero alcohol por el medicamento. Como a medio día tuve que hacer una pausa y dedicarme a dormir. Regresé cansadísimo, quizá un poco alegre de estar ahí físicamente con mis amigos, pero insatisfecho también por «no estar» en realidad con ellos.
Aún no lo sé, pero quizá este problema de salud sea algo más profundo que deba atenderse. Ya iremos viendo cómo se dan las cosas.
Por otro lado, emocionalmente las cosas no han ido muy bien. Me enfrento a circunstancias donde no estoy a gusto con mi familia, con mis amigos, con mi entorno. A todos los amo mucho y es posible que justo ese sentimiento sea el que me haya permitido llegar a este nivel de insatisfacción donde me encuentro hoy. No es la primera vez que me pasa, pero quizá sí es la primera vez que tengo más claro lo que sucede de mi lado. Además, me pesa no poder hablar la verdad sobre algunos temas, de ocultar y maquillar otros y, finalmente de sentirme tan falso.
Por si fuera poco, sigo intentando superar el amor imposible, no correspondido, donde nunca habrá una posibilidad. Es feo, porque no importa que tanto te esfuerces, jamás habrá la atención para ti. Quizá te consuela la idea de que un día te valorarán y se invertirán los papeles pero, ¿sabes algo? eso casi nunca pasa. Yo creo que esto es tan común en los seres humanos y a todos nos pasa que ni deberíamos hacer tanto drama. Pero la verdad es que duele y duele mucho.
Recuerdo la primera vez que me pasó. Sufrí bastante. La solución fue finalmente alejarme, pero superarlo me costó como un año. Cabe aclarar que en estas situaciones, no hay mucho que culpar a la otra parte. No es que dieran las señales incorrectas, no es que te engañaran con falsas esperanzas. Admito que la culpa ha sido totalmente mía al pensar que pudo haber una posibilidad y que, cuando se ve a la distancia y con la cabeza más fría, uno se da cuenta de lo evidente.
La única diferencia de este nuevo caso, es que quizá me gustaría salvar la amistad. Y todo esto lo está haciendo demasiado complejo, porque estoy luchando con demasiadas emociones. Aún así, tengo confianza en que quizá pueda lograrlo.
Algo que ha permitido mantener mi barco medianamente a flote es mantener mi rutina de ejercicio. Sí, quería lucir el mejor cuerpo para aquella persona especial, pero como podrán imaginar, tampoco le importó. Sin embargo, me he aferrado a mantener mi buen físico. Es algo que no puedo descuidar considerando que mis probabilidades de ser un adulto que tenga que valerse por sí solo son muy altas.
La dedicación ha dado al parecer buenos resultados. He mejorado poco a poco mis cargas de pesos y la técnica. Lo he combinado con cardio corriendo sesiones cortas de 3 o 4 kilómetros en el parque de la localidad, sesiones de 1000 brincos con cuerda y acabo de retomar las clases de natación. Por si fuera poco, este mes logré lo que ya casi parecía imposible: bajar el límite de los 70 kilogramos de peso. Claro, este dato por sí solo es engañoso, porque no solo se trata de perder peso sino de cambiar la distribución (músculo-grasa).
Son varios los que expresan su admiración y no dan crédito cuando les digo que mi edad. Creo que es la suma de muchos factores, algunos que controlo y otros que no. De cualquier forma admito que me motivan y espero que pueda seguir así.
En este momento de mi vida, veo nubarrones que amenazan mi estabilidad mental y emocional. Y no quiero dejarme caer, quiero pensar que mis experiencias pasadas me permitirán continuar por fuerte que venga la tormenta. Si es preciso recurriré al psicólogo, tengo una fuerte convicción de que poco a poco podré arreglar un poquito más mi vida y en ese camino sentirme aún más auténtico. Debo retomar mi camino laboral y debo hacerlo con el menor número de altibajos emocionales, o a pesar de ellos.
Por supuesto, creo que necesito un refugio emocional muy especial. Sé que tengo buenos amigos con quien puedo abrirme y de hecho me han sido de gran ayuda (gracias Paco). Sin embargo, debo crear una conexión un poco más especial aunque no significa que espere una pareja.
En fin, hoy por casualidad (o el destino, jaja) pusieron esta vieja canción en el gimnasio. El video siempre me ponía un poco triste y me identificaba con esa chica, a mi gusto fea, con un enorme corazón que espanta a todos y que va perdiendo la esperanza. «Yo mismo huiría de ella», me suelo decir para mis adentros.
Es momento de incluir a Denis Villeneuve en mi lista de directores favoritos. Dune: parte dos me hizo ver que soy fan de varios de sus filmes y a continuación hago una breve reseña de ellos. Por supuesto, hay spoilers.
La mujer que cantaba (Incendios) – (2010)
Inspirada en la obra teatral Incendios, de Wajdi Mouawad, quien me conoce, sabe que AMO esta obra. Tanto que no solo escribí una, sino dos entradas. Villeneuve adaptó la obra para su película y acabó nominada a Mejor Película Extrajera dándolo a conocer al mundo. En mi caso, primero vi la película y cuando la obra llegó a México la terminé viendo tres veces y lloré mucho.
Incendios esta en mi lista de películas favoritas. «Hay verdades que no pueden ser reveladas si no son descubiertas» dice la protagonista, Nawal Marwan, una inmigrante libanesa cuya petición al morir es que sus gemelos mellizos entreguen dos cartas: una a su padre y otra a su hermano que hasta ese momento no sabían de su existencia. «¿Puede ser uno más uno igual a uno?» Los mellizos descubrirán que sí, porque las dos cartas en realidad son para la misma persona, quien es su hermano y su padre a la vez. Este oscuro secreto será revelado a medida que conocemos la historia de Nawal Marwan y la promesa de siempre amar a su hijo. Una historia sobre la importancia del perdón y detener el odio criminal que se extiende sin sentido por generaciones cobrando miles de vidas. ¡Tan necesario para nuestros días!
Prisioneros – (2013)
Prisioneros comienza a definir mucho el estilo de Villeneuve: le gustan las historias bien contadas, aunque implique un desarrollo lento y exija al espectador paciencia. La historia aquí es un guion de Aaron Guzikowski.
El argumento es simple: la búsqueda de dos niñas secuestradas que se prolonga infinitamente hasta el punto de perder la esperanza. Nada ajeno a nuestra realidad, donde hemos visto amigos y conocidos desaparecer y jamás volver a saber de ellos. En ese sentido, Prisioneros se siente como a Zodiac (2007) de David Fincher: en la vida real, resolver un delito puede ser cosa de años, estar sujeto a equivocaciones y dejar al final dudas abiertas. Pero si le tienes paciencia, Prisioneros te deja muy safisfecho.
Enemigos Idénticos (Enemy) – (2013)
La película se inspira en El hombre duplicado de José Saramago. La idea es simple pero inquietante: un hombre que se encuentra con su «doppelganger», un doble idéntico, haciendo su vida en otra parte. Se aborda el sentido de la identidad, de cómo nos percibimos únicos y cómo puede alterarnos el descubrir que no lo somos. Quizá por su lentitud y profundidad, la película no encontró suficiente audiencia.
En mi caso, así pasó. Cuando me enteré de su existencia, ya había salido de cartelera y aún hasta la fecha es difícil encontrarla. Sigue en mi lista de espera.
Sicario – (2015)
Sicario es una película muy bien calificada de Villeneuve. Esta basada en un guion de Taylor Sheridan. Cuando salió, estabamos tan llenos de narcoseries que honestamente no quise verla. La vi hace unos meses. En esta, una agente del FBI es reclutada por un oficial y un misterioso personaje para que les ayude a llevar una serie de operativos «dudosos» en la frontera con México. Como podemos imaginar, no todo es lo que parece.
Admito que no me gusta mucho. Pero la aprovecho para destacar otros aspectos del cine de Villeneuve. No le gustan las soluciones fáciles y es fan de los plot twist. Le gustan los finales abiertos, con interrogantes que el expectador debe llevarse de tarea. Vemos también la constante presencia de figuras femeninas, a veces como protagónico, pero siempre con personalidades fuertes, que no pasan desapercibidas.
La llegada (Arrival) – (2016)
La Llegada es un excelente trabajo de ciencia ficción inspirado en la novela corta «La historia de tu vida» del super nerd Ted Chiang. Chiang especula, con mucho rigor, sobre lo que casi nunca vemos en las películas de extraterrestres: las barreras del idioma. ¿Cómo podríamos en realidad comunicarnos con otra especie? Pese a ello, hay otro tema en la película que resulta aún más profundo: el determinismo vs el libre albedrío.
Cuando la protagonista logra entender el idioma de los visitantes, descubre que «no hay tiempos», sino que para ellos el pasado, el presente y el futuro son solo parte de un mismo mapa. Conforme domina el idioma, ella consigue tener visiones de su futuro (aunque al principio creemos que en realidad son el pasado de la protagonista): ella se enamorará de su compañero de misión, se casará y tendrá una hermosa hija que morirá de una enfermedad incurable. Luego su esposo la abandonará. Pese a ello, al final vemos que ella elige vivir ese futuro.
Con elementos y presupuesto mínimos para este género, Villeneuve consiguió un exitazo. Si bien no es de mis favoritas, debo reconocer que la historia es tremendamente inteligente y profunda.
Blade Runner 2049 – (2017)
A Villeneuve le tocó dirigir el proyecto que le tocaría a Ridley Scott: la continuación de la icónica Blade Runner de 1982, inspirada en la novela de «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» de uno de mis grandes genios, Philip K. Dick. Lo admito, mis expectativas era altísimas, pero también hay que aceptar que no fue lo mejor que pudo hacer Villeneuve. Después de sus casi tres horas, salí decepcionado. Yo esperaba algo más de acción y me topé con una historia que me pareció exageradamente ridícula. Un tiempo después, cuando llegó a las plataformas de streaming, decidí darle una segunda oportunidad y, comprobé que sí es lenta y aburrida, pero no tan tonta, en realidad tiene buena profundida filosófica.
La primera entrega de Blade Runner imagina un futuro donde el avance tecnológico nos lleva prácticamente a difuminar la línea de distinción entre un humano y un androide. ¿En qué momento, si es que existe la posibilidad, deberíamos de admitirlos a dichos androides como humanos? ¿Qué nos hace realmente humanos?
Siguiendo con esa linea, la segunda entrega da un paso más. Plantea la situación de androides que ¡han sido capaces de procrear descendencia! A mi me sonó absurdo la primera vez. Sin embargo, si vienes de una historia donde un androide se vuelve indistinguible de un ser humano, ¿qué te impide dar ese siguiente paso? La realidad es que una vez que resuelves ciertas cuestiones, la idea ya no es tan extraña y sí da mucho qué pensar. En esta segunda parte, el protagonista llega a creer que quizá él sea el hijo del androide en cuestión. Al final no resulta así, pero sí da varios temas para pensar sobre la conciencia y las memorias, aquellas cosas que nos hacen sentir tan seguros de nuestra identidad y realidad pero, ¿lo siguen siendo cuando se logra jugar con ellas?.
Dune: parte uno – (2021).
Dune esta basada en la novela del mismo nombre de Frank Herbert. Retrasada por la pandemia y obligada salir simultáneamente en cine y en plataformas de streaming, su estreno resultó algo atropellado. Es un producto de buena calidad pero algo aburrido. El problema fue que Villeneuve se enfocó en construir todo el andamiaje que soportaría toda la gran historia que vendría después. Se arriesgó y afortudamente logró que hubiese una segunda parte. Luego que ves la parte dos, valoras mucho la primera parte; sin embargo, creo que Villeneuve debió hacer algo para no perder tanta audiencia con la primera entrega.
Dune: parte dos – (2024).
Audiovisualmente la película me ha cautivado en todos los sentidos, se han cuidado muchos detalles. Me recuerda que, como Nolan, mi otro director favorito, a Villenueve le gusta alejarse siempre que sea posible del CGI y quebrarse la cabeza con soluciones ingeniosas. La diferencia es notoria y se disfruta de principio a fin.
Pese a los ligeros cambios de la novela original, creo que Frank Herbert se sentiría orgulloso de que se cuente la historia correcta: la construcción de un falso mesías. Aquí vemos la transición de un incrédulo Paul Atreides que niega aceptarse como «el elegido» a un personaje más oscuro que no le queda otra mas que admitir «su destino». Los intereses del imperio concluyen que lo que mejor le viene al planeta Duna es una guerra santa. «Subestimas el poder de la fe», le dice la princesa Irulan al emperador. Y a través de esta historia lo mismo veremos retratado a los dictadores carismáticos, a los líderes religiosos o el fundamentalismo islámico.
En conclusión, Villeneuve va por muy buen camino. Ya tiene aprobada la continuidad de Dune para una tercera entrega y esperemos que se tome el suficiente tiempo para hacer algo espectacular. Por el momento, ya ocupa un lugar en mi lista de directores favoritos.
Un escritor afroamericano atraviesa por una crisis. A pesar de ser buenos, sus libros se venden poco o son rechazados por los editores por no ser lo que se espera de un «escritor negro». Cansado de los estereotipos y la corrección política, discute con una de sus estudiantes y termina siendo suspendido de la escuela donde imparte clases. A esto se suman complicaciones familiares y económicas: su hermana fallece, su hermano se declara gay y su madre es diagnosticada con Alzheimer lo que exige de mayores cuidados y más gastos.
En un intento por liberar su frustración, escribe una novela repleta de los clichés literarios que se esperan de un escritor negro: tramas melodramáticas, padres holgazanes, violencia de pandillas, drogas, etc. En vez de firmarla con su nombre, utiliza un seudónimo. Con incredulidad, su agente lo envía a los editores pensando que será rechazado, pero para sorpresa de ambos el escrito le encanta a una editorial y esta les ofrece una buena suma de dinero; aunque las cosas están a punto de salirse de control. Le dicen a la editorial que el autor es un convicto fugitivo. Además, en un intento del escritor por desalentar la publicación de su novela, exigen como condición hacer un cambio de nombre, solicitando que lleve por título «Coger» (Fuck). Increíble e inesperadamente los ejecutivos aceptan todas las condiciones. Por si fuera poco, les revelan que un productor quiere llevar la historia al cine donde hay de por medio otra jugosa cantidad de dinero.
Incapaces de frenar el engaño, el plan continúa y el libro se vuelve un éxito comercial. Se revela que el caso ha atraído también la atención del FBI y que intentan ubicar al supuesto convicto. Pocos meses después y sin saber que se trata de la misma persona, el escritor es invitado como juez por una asociación para determinar la entrega de un premio literario y como puede esperarse entre las novelas nominadas se encuentra su propio libro. El escritor desacredita la novela, sin embargo, el resto de los jueces – en su mayoría blancos – elogian la obra afirmando que es un «impulso a la diversidad» y, al ser mayoría, terminan otorgándole el premio.
Durante la noche de premiación, cuando se otorga el premio a la novela, el escritor – que se encuentra presente en calidad de juez – se pone de pie y sube al escenario para confesar toda la verdad. En ese momento se corta la escena y se nos revela que toda la historia es en realidad el guion de la película que plantea grabarse y que el escritor le está narrando al productor. El escritor le plantea un final, pero el productor lo rechaza por ser demasiado rosa. Entonces el escritor le sugiere que, en la escena de la premiación, entren los policías que están en busca del convicto y que, al ver al escritor en el escenario, lo confundan y se vean obligados a dispararle fatalmente. Al productor le encanta ese final y lo aprueba de inmediato.
El escritor sale de los estudios donde se está grabando otra película sobre explotación de negros. Sube al carro de su hermano que lo está esperando y mientras arrancan, se despide instintivamente desde la ventanilla de un actor negro que porta un vestuario de esclavo mientras que este otro le responde el saludo.
La revelación final de la trama puede o no sorprender al espectador. Durante todo el filme, donde vemos el día a día del escritor, la historia está llena de estereotipos negros, de todo aquello de lo que el escritor reniega y de lo que intenta escapar. ¿Cuántas veces no intentamos hacer lo mismo nosotros? Renegar de nuestros orígenes, desmarcarnos. Pero como dice el dicho, a veces es imposible «negar la cruz de nuestra parroquia», «sacar el código postal», o como aquella frase de «Podrás salir del barrio, pero el barrio nunca saldrá de ti». Es en la distancia, en el exilio, donde muchos logran dimensionar sus raíces, lo bueno y lo malo, y darse la oportunidad de valorarlas, añorarlas, expresarlas con cierto orgullo.
La obra es una ácida crítica a la realidad, con justa ironía proclama en su título ser una ficción. La realidad la ha superado con creces. La corrección política ha llegado a niveles tan absurdos donde incluso son otros los que vienen a decirle a los oprimidos, discriminados y desfavorecidos cómo deben sentirse y por qué. Y entonces terminamos por perpetuar los mismos estereotipos que queremos acabar.
Hace unos días, circulaba un video donde una mujer en lágrimas decía que era la última vez que asistía a la marcha del Día Internacional de la Mujer. Se le había ocurrido asistir con su esposo, que estaba ahí presente como simple acompañante respetuoso. Varias de las asistentes despotricaron contra el esposo acusándolo de ser un «opresor». Ese día, al menos perdieron una aliada. Algo parecido suele suceder en la llamada comunidad LGBTTTIQ+ donde parece que se firma un contrato en el que estás o no estás. Estar parece implicar renunciar a tu derecho a disentir sobre algunos temas. Si bien debe reconocerse la necesidad e importancia histórica que estos grupos han significado, no debería dejarse de lado que el objetivo final no es la segregación o una lucha de dos bandos enemistados, sino más bien la integración, la tolerancia y el respeto, a pesar de las diferencias.
Al terminar la película experimento una sensación similar a cuando uno ve Inception o Matrix. Se nos presentan capas o niveles de ficción y conforme subimos es inevitable pensar si nuestro mundo no es parte de ellas. ¿Es el filme de American Fiction el producto final que nos cuenta la trama y somos nosotros los espectadores que aplaudimos encantados por estar inmersos en ese mismo sistema? Parece muy probable que sí. Por si fuera poco, la única estatuilla que se llevó este filme el pasado 10 de marzo en la entrega de los premios Oscar fue la del Mejor Guion Adaptado.
La metáfora final es poderosa. El escritor, ya despojado de sus principios e ideales, con resignación se entrega al sistema contra el que luchaba. Saluda al esclavo negro con familiaridad porque no ve en él otra cosa más que un reflejo de sí mismo.
Este año fallé en mi objetivo. Aunque leí bastante, al final en mi lista oficial solo aparece completado un libro: «Dónde aterrizar» de Bruno Latour. Del que hablé ya algo en una entrada pasada. Les contaré una historia sobre él.
Adquirí el libro en formato Kindle a principios del 2019 gracias a una recomendación de PJorge. Lo comencé a leer pero rápidamente lo abandoné como a la tercera parte porque honestamente me perdí un poco y al no entenderle vino la frustración. ¿Era demasiado avanzado para mi? ¿Reflejaba mi falta de educación política o solo era desinterés?
Luego vino la pandemia, en 2022 tomé un curso de filosofía y más tarde otro de estética. Ahí teníamos sesiones remotas para debatir algunos temas y grupos de Whatsapp. Y en ellos volvió a aparecer Bruno Latour.
¿Dónde están los filósofos modernos?
En cierto momento hubo una charla donde resaltábamos la ausencia de grandes filósofos o pensadores en nuestra época. Algunos países o nacionalidades aportaron grandes figuras a ese respecto y con tal impacto que siguen moldeando nuestro pensamiento y estudiándose minuciosamente en las escuelas. Podríamos estar equivocados pero, al menos a simple vista parece que el mundo moderno ya no aporta tantos pensadores como antes. Quizá sea el tiktok y demás distractores sociales con los que gozamos hoy en día los que están impidiendo a las generaciones tener tiempo de aburrirse, desconectarse, tener momentos genuinos de ocio … y despertar el razonamiento intelectual y la creatividad.
Y entonces salió el caso de Francia. A este país se le considera cuna de la Ilustración y aportó gran cantidad de filófosos en su momento. Resultó que uno de los escasos filósofos modernos en Francia que podíamos citar era justo Bruno Latour. Para colmo, ese mismo año, en octubre de 2022, Latour se nos despedía a sus 75 años por culpa del cáncer de páncreas.
Posterior a «Dónde aterrizar», Latour aún publicó «¿Dónde estoy? Una guía para habitar el planeta», así que se mantenía relevante. Además, los eventos posteriores a la pandemia revivieron los temas que Latour trataba en sus libros: el cambio climático, la migración y la globalización, ahora con toda una nueva perspectiva.
Retomar «Dónde aterrizar» no fue fácil. Tuve que concentrarme un poco más, pausar para investigar conceptos que no entendía, complementar con otras fuentes, ver videos. Quizá todo eso me hizo apreciar un poco más el libro.
La solución de Latour para salvar a la humanidad me sigue pareciendo complicada, por no decir utópica. A grandes rasgos, exige apartarnos del individualismo, dejar de abstraernos de la naturaleza y comenzar a entendernos parte de ella. Retoma un concepto filosófico de «Gaia», donde la Tierra misma se concibe como un organismo vivo y nosotros solo somos una pieza más del intrincado mecanismo que la pone en marcha.
El libro concluye, a mi gusto, abruptamente, con un manifiesto de Latour donde entre otras cosas parece insinuar que lo más cercano a esa solución es su querido continente europeo (sin Gran Bretaña porque se salieron del grupo y pues fuchi).
¿Por qué leer un libro?
Mi experiencia con este libro me vuelve a llevar a los eternos debates de si es válido abandonar un libro que nos parece aburrido. También revive la cuestión de si aporta algo ponerse una meta u objetivo de leer tantos libros en un determinando periodo de tiempo.
Sobre esta última pregunta, me queda claro leer libros por leer tiene poco o ningún sentido. Se debe perseguir algo más profundo que simplemente competir por quién ha leído más. Por otro lado, ponerse un objetivo razonable sí puede ayudar a mantener un ritmo y seguir adelante. Por ello continuo estableciendo una meta cada año.
Sobre si debemos abandonar un libro que nos parece aburrido, no tengo una respuesta definitiva. En general creo que sí (aunque pocas veces lo hago) y tiene mucho sentido considerando que hay más libros que tiempo de vida. Sin embargo, como pasó con «Dónde aterrizar», en el caso de algunos libros vale la pena esforzarse por terminarlos o darles una pausa y realizar un segundo intento posteriormente.
Este año quisiera olvidarme un poco de la cantidad de libros y enfocarme más en desmenuzar mejor los libros. Quiero quedarme con algo más de ellos, quiero poder conectarlos más con otras ideas, quiero escribir más de ellos y de otros temas y no sentirme tan presionado por cumplir una cuota. Veremos si podemos mejorar en ese respecto en el 2024.
Estaba haciendo consciencia hace unos días que ChatGPT es justo lo que yo me imaginaba de niño que era una computadora. Probablemente tendría como unos diez años y estaba en la escuela primaria. Eran los ochentas o principios de los noventas. Y soñaba con tener una computadora porque creía que justo era una terminal en pantalla monocromática (como eran en aquellos días) donde uno escribía preguntas y el aparato te las respondía. Así de simple e ingenua era mi concepción. Y yo quería una para hacerle todas las preguntas del mundo.
Con el tiempo entré a una secundaria privada que ofrecía clases de computación y leí mis primeros libros de computadoras. Comencé a aprender los comandos de MS-DOS y a programar en BASIC con lo cuál me quedó claro que mi idea acerca de las computadoras estaba equivocada. Lo que sí revela la existencia de ChatGPT es que mi sueño era el sueño de otros tantos: una terminal que te pudiera brindar respuestas a tus preguntas.
Estamos muy cerca de facilitar y normalizar la interacción con dichas terminales. La comunicación seguramente pasará a ser verbal. Si se consiguen en breve reducir los tiempos de respuesta o quizá descentralizar el «cerebro», es probable que haya dispositivos con los que podamos «entablar pláticas» o que nos ayuden a hacer todo lo que ya hacemos ahora tecleando pero solo usando nuestra voz.
The Congress (El Congreso o Vidas Paralelas) es una película poco comercial que se estrenó en 2013 y pasó desapercibida, hasta ahora que parece estar cerca de la realidad. En cierta manera anticipó la huelga de actores de Estados Unidos de 2023 y el impacto con el que están golpeando actualmente las IAs.
El director, Ari Folman, es un israelí que vivió la masacre de refugiados palestinos en Sabra y Chatila en 1982. La película es una adaptación de una novela de ciencia ficción polaca de 1971 de Stanisław Lem: El Congreso Futurológico. Por cierto, Lem es escritor de otra gran novela de ciencia ficción: Solaris.
En esta adaptación, vemos a la actriz Robin Wright (Claire Underwood de House of Cards) interpretándose a sí misma. Ante la necesidad de dinero para poder brindar atención a su hijo que padece el sindrome de Usher, condición que eventualmente lo dejará sordo y ciego, Robin firma un jugoso contrato con Miramount (un juego de palabras que alude a Miramax y Paramount Pictures) para ceder su imagen y ser digitalizada. De esta manera el estudio podrá explotar su cuerpo digitalmente y generar películas protagonizadas por su versión virtual. Como parte del acuerdo, Robin no podrá volver a actuar, pero a cambio el personaje digital se mantendrá siempre joven.
Pasan veinte años y Robin es invitada al Congreso de futurología. Su personalidad virtual se ha convertido en la estrella de una popular franquicia cinematográfica llamada Rebel Robot Robin. El sitio donde tendrá lugar el congreso es un mundo en parte virtual donde las personas asisten convertidas en avatares pero para acceder a la ilusión deben hacer uso de ciertas drogas alucinógenas. En el lugar, el director ejecutivo de Miramount le explica a Robin cómo el avance de la tecnología y la necesidad de satisfacer a las masas le exige agregar una nueva cláusula a su contrato. Esta concede el permiso para que su personalidad virtual pueda ser utilizada por cualquier persona e incluso, si alguien lo desea, transformarse en ella.
Aunque al principio Robin muestra estar de acuerdo, al final se arrepiente y en su participación en el congreso cambia su discurso para decir que expresar su inconformidad respecto a que a las personas se les utilice como productos. Esto enfurece al director quien solicita retirarla, pero en ese momento un grupo de rebeldes que tampoco está de acuerdo con el avance tecnológico irrumpen en la sala desatando el caos.
Por ahora me ahorraré el final pero, no cabe duda de que si en algún momento en 1971 o 2013, se pensó esto como una exageración, hoy ese futuro nos ha alcanzado. Uno de los temas más presentes durante la huelga de actores de 2023 ha sido su preocupación por la IA. Su temor no solo se limita a la replicación de su imagen, sino también al papel que están comenzando a jugar en tareas como la escritura de guiones, la animación, el doblaje, y un largo etcétera.
Por eso, toparme con The Congress me resultó un tanto sorprendente. No puedo tampoco evitar recordar Joan is Awful de la serie Black Mirror donde pasaba algo parecido y donde Netflix se pintaba así misma como la empresa Streamberry y se burlaba de nosotros al aceptar los Términos y Condiciones sin leer las letras chiquitas. Claro, la temporada salió en junio de 2023, cuando las complicaciones que traerían estos temas resultaban ser demasiado evidentes.
El avance parece inevitable y si bien los usos de la IA comienzan a preocuparnos, también nos abren múltiples posibilidades. De manera mucho más fácil podemos tener películas viejas, incluso en blanco y negro, transformadas en alta definición, nuevos formatos y a todo color. Incluso, aunque existan implicaciones legales, podemos ya sustituir personajes. Por otro lado, las IAs facilitarán el doblaje y podremos escuchar las voces de los actores, quizá incluso sus gesticulaciones, en nuestro idioma. Actualmente ya comienza a usarse esta tecnología para grabar audiolibros y los resultados son muy decentes, además de que continuarán perfeccionándose. Tengo la esperanza de que también la facilidad de crear animaciones obligue a la industria cinematográfica a escribir historias de mayor calidad. En el futuro quizá habrá tantas producciones animadas y con efectos, que lo que podrá marcar la diferencia sería las que tengan una mejor trama. Al abaratamiento de la animación también podría facilitar el acceso a personas comunes y corrientes con grandes ideas que anteriormente no contaban con los medios para hacerse oír y ver.
Sin duda estamos entrando en terrenos desconocidos y preocupantes; aunque a mi gusto, también interesantes. La habilidad primordial para afrontarlos, me temo que no es otra más que la velocidad para adaptarse al cambio.
En los últimos años la presencia de migrantes en México se ha incrementado notablemente. Los veo cada vez más en mi colonia (en el área metropolitana de la Ciudad de México), en el Centro de la Ciudad de México y en las centrales de autobuses. Una amiga de Tapachula, ciudad fronteriza con Guatemala, también me muestra fotos de su localidad con las calles saturadas de ellos. La mayoría se define «en tránsito», aspirando al sueño norteamericano, pero muchos se quedarán aquí.
Los haitianos resultan particularmente notorios por su piel negra y sus grandes dimensiones. Pocos hablan español. Hace un par de meses observé a algunos retirando dinero en una tienda Soriana. La poca higiene que les permite su situación hace que desprendan un fuerte aroma a sudor. La mayoría traían chanclas que no les quedaban y que sujetaban con cordones, lo que me pareció curioso. Mientras hacía mis compras comprendí que la posible explicación era que no logran encontrar en nuestro país tallas lo suficientemente grandes para el tamaño de sus pies.
Hace algunas semanas, caminando sobre la avenida Izazaga en el Centro, pude ver a muchos de ellos, sobre todo jóvenes. Pensé en lo desafortunado que sería ser asaltado por uno de ellos pues honestamente no tendría ninguna ventaja. Lo cierto es que, por sus precarias circunstancias y la necesidad, varios deliquen y se meten en problemas con las drogas. Me pregunté: ¿qué pasaría si un día reclamaran parte de nuestro territorio como suyo? La historia está llena de episodios que pudieran dar una respuesta.
Israel vs Palestina
La historia del pueblo judío y la zona hoy llamada Palestina2 está repleta de migraciones e invasiones. Alrededor del 1000 a.C. lograron establecer un reino – lo que incluyó expulsar a otros pueblos de la zona – que luego se dividió en dos: Israel o Samaria (la ciudad capital) al sur y Judá o Jerusalén al norte. La religión y el templo de Jerusalén mantuvo a ambos reinos unidos. En el 722 a.C. los asirios tomaron Israel, iniciando una serie de invasiones y migraciones que en cortos periodos de tiempo le volvieron a permitir a los judíos actuar con plena autonomía. Babilonios, medopersas, griegos, romanos los tuvieron bajo control obligando a muchos a dispersarse mientras nuevos habitantes ocupaban el territorio. Los romanos terminaron por disolver aquella nación cuando en el 70 de nuestra era destruyeron Jerusalén y su templo y finalmente en el 135 aplastaron la última rebelión judía.
Los judíos se regaron por diversos continentes, aunque continuó habiendo asentamientos en Palestina. Encontraron en los cristianos un punto en común al ser perseguidos por Roma, pero esto cambió cuando el catolicismo se convirtió en la religión oficial. Quizá por ello, y sin saberlo, adoptarían una postura que les acarrearía graves conflictos en el futuro: ver con buenos ojos las invasiones de los árabes a Palestina. Para el siglo VII los árabes tenían bajo control Palestina y en vez del griego se hablaba árabe. A finales de ese siglo, cerca de donde alguna vez estuvo el templo judío, se construyó la Cúpula de la Roca, un símbolo del islam.
Las Cruzadas fracasaron en recuperar la «Tierra Santa», pero bajo el control musulmán en Palestina se toleró a judíos y cristianos, aunque los musulmanes gozaban de muchas más ventajas. Mientras tanto, Europa procuraba la unidad y parecía que un grupo representaba un obstáculo. Eran los judíos; y como resultado muchos países comenzaron a expulsarlos. Esto dio origen al movimiento sionista: “una Patria para el pueblo judío”, de preferencia en la antigua Tierra de Israel. Con esto más y más judíos regresaron a Palestina, que ahora estaba bajo el control del Imperio Otomano. Los árabes de Palestina, conscientes de esta migración, adoptaron medidas, incluso violentas, para tratar de frenarla.
Finalmente, durante el periodo de 1917 a 1948, se terminó de configurar el conflicto actual. Después de la Primera Guerra Mundial, Palestina quedó bajo el control del imperio británico. Luego, acabada la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, el movimiento sionista apresuró su intento por establecer un Estado y la ONU propuso como solución la creación de dos estados en Palestina. El plan no salió como se esperaba. En cuanto los británicos se retiraron de Palestina en 1948, los judíos declararon su independencia y las naciones árabes vecinas se hicieron del control del territorio asignado a los palestinos. Comenzó la lucha por ganar territorios, lo que forzó a muchos judíos y palestinos a desplazarse nuevamente como refugiados a zonas donde no corrieran peligro.
Desde entonces, los enfrentamientos entre ambos pueblos no han parado. Los judíos no tienen la intención de compartir un territorio que consideran herencia divina, la «Tierra Prometida» que Dios otorgó a su antepasado Abraham. Los palestinos también tienen motivos religiosos y nacionalistas para no irse. Además, para muchos que han nacido ahí, ajenos al pasado, y la realidad es que también esa es su tierra natal. ¿Quién tiene más derecho sobre ese terreno? ¿Quiénes son los migrantes? Nunca llegaremos a una respuesta unánime. Mientras tanto, las barreras políticas. nacionalistas, religiosas y raciales siguen causando brutales asesinados y muchísimo sufrimiento. Lejos estamos de lograr una solución.
Londres bajo ataque
Estoy en un curso de ciencia cognitiva impartido por Fintan Nagle, que vive en Londres. Es sábado 11 de noviembre y en nuestro grupo de Whatsapp alguien le comenta: «Fintan, cuídate mucho, hay mucha gente enojada en Londres estos días». Las noticias reportaban una manifestación de unas 300 mil personas a favor de los palestinos en Londres, justo el día en que la nación celebra a sus soldados caídos en guerra. En Bélgica, España, Francia e incluso Estados Unidos hubo manifestaciones similares.
Por muchos años, el mundo occidental fue team Israel. Era lo políticamente correcto dado el trasfondo histórico y, especialmente, después del Holocausto. Nadie quiere ser tachado de antisemita. Además, nos aterra el islam radical que discrimina a la mujer y condena a los homosexuales a la pena de muerte. Por años, las pequeñas voces de disidencia fueron aplastadas gracias al control de los medios que nos permitían contar una sola verdad.
Hoy las cosas son distintas, aunque no necesariamente mejores. El Internet y las redes sociales nos permiten acceder a fuentes de diversas partes del mundo, testimonios globales. Pero tampoco resulta fácil distinguir la verdad, los hechos concretos. Hay muchos sesgos, fake news y posverdad.
Aunque entre los manifestantes podemos ver británicos anglosajones, las fotos y videos muestran también una fuerte presencia árabe. ¿Cómo es posible? También es gracias a la migración, una que lleva los suficientes años para asentarse y producir descendencia con la nacionalidad británica. Una que incluye migración legal de gente adinerada que se ha logrado ubicar en posiciones de poder.
Cuando estuve en Londres y Francia en 2015, me sorprendió cómo la población musulmana y árabes están presentes hasta en las clases más encumbradas. Pensemos en Harrods, un icónico emporio empresarial londinense famoso por su cadena de tiendas departamentales. Harrods nació en 1834 de manos de un empresario británico de cuyo apellido tomó su nombre (actualmente el emporio incluye una división inmobiliaria, banca financiera y una línea aérea). Resulta que en 1985 Harrods pasó a manos de Mohamed Al-Fayed, un millonario egipcio (y padre de «Dodi», el novio de la princesa Diana con quien también murió en el accidente automovilístico de 1997). En 2010, Al-Fayed le vendió el emporio al estado de Catar a través del Qatar Investment Authority, un fondo de inversión que este país usa para gestionar sus superávits de dinero y que posee en este momento ¡el 15% de las acciones de la bolsa de Londres! Este fondo tiene inversiones por toda Europa y América.
Los británicos al igual que otros nacionales europeos, hoy se sienten vulnerables en su propia casa. Contramanifestantes se enfrentan con los pro palestinos dejando varios detenidos. La llama del racismo y la discriminación parece volver a cobrar fuerza y las voces que exigen expulsar a los migrantes vuelven a resonar. Pero ya no será fácil, la línea divisoria se ha perdido.
Algo parecido le ocurre a Estados Unidos con los latinos. Culpa a la migración ilegal del aumento «descontrolado» de ellos en su nación. Sin embargo, la evidencia es contundente y en la actualidad, el mayor aporte de latinos proviene del interior. La población latina en Estados Unidos se reproduce a un ritmo constante y mayor que los blancos. En estados como Texas, California y Nuevo México los latinos ya son mayoría sobre los blancos. Actualmente los latinos conforman casi el 20% de la población de Estados Unidos (por cierto, el grueso de ellos tiene raíces mexicanas) y algunas estadísticas pronostican que para el 2050-2060 podrían volverse la población predominante del país.
Dónde aterrizar
En su libro «Dónde aterrizar», el recién desaparecido Bruno Latour describe brillantemente el momento histórico que está viviendo la humanidad. Asemeja la situación a haber tomado un avión con destino a la globalización (Polo de atracción Global), en donde se creía que se podía ofrecer a cada nación, a cada ser humano, los mismos beneficios que gozaban los países más desarrollados.
Por el 2015 se evidenció lo que ya muchos sospechaban: el destino resultaba imposible porque era una fantasía. Nuestro planeta no tiene las capacidades para dar a todos una vida de ricos. Una buena parte de la tripulación decide que debemos volver al punto del que partimos (Polo de atracción Local) pero descubre asombrada que ese origen tampoco ya no existe. Pensemos un poco en por qué ocurre esto.
Hace 200 años la población apenas alcanzaba los 1000 millones y hace 100 llegó a 1650 millones. Pero para el año 2000, ¡la cifra alcanzó los 6000 millones de habitantes! y a finales del 2022 los 8000 millones. Este crecimiento casi exponencial del último siglo hace que muchas soluciones del pasado resulten insuficientes hoy. Los cultivos locales, los huertos familiares, los alimentos sin pesticidas pueden ser prácticos pero ya no son suficientes para alimentar a todos. Algo parecido sucede con la producción de carne y los efectos que tiene sobre el clima. Hemos llegado también a un punto en que por mucho que una nación o pueblo intente aislarse, le resultará imposible. El impacto climático que una nación produce al quemar carbón tiene efectos a nivel global y ninguna barrera pudo contener el virus que surgió en China y se convirtió en una pandemia. Por último, la acción acumulada de las guerras, los fracasos del desarrollo económico y la mutación climática han disparado la migración que, como explicaba arriba, ya no puede revertirse (es como cuando mezclas plastilina de varios colores y luego ya no puedes dividirla).
Es esta sensación de perder lo Global y lo Local la que Latour describe como ese sentimiento de quedarse sin suelo, de sentir que el terreno se desvanece ante nuestros ojos. Ese pudiera ser el gran cambio con respecto a las migraciones del pasado: que simbólicamente todos nos hemos quedado sin nada, con un sentimiento de vacío y desconcierto. ¿Dónde aterrizaremos?
Las élites han decidido apostar por otro Polo de atracción que Latour llama Fuera de este mundo. Como en el filme de «2012», están construyendo «arcas» que solo un selecto grupo pueda abordar. Están levantando muros, cerrando fronteras y aislándose en fortalezas. Bajo el lema de «Make America Great Again» (que promete volver a lo Local) y negando el cambio climático, Trump fue electo presidente y luego, se salió del Acuerdo de Paris3. Gran Bretaña aprueba el Brexit.
La última opción que Latour propone y que quizá sea nuestra única esperanza, es el Polo de atracción Terrestre, opuesto diametralmente al polo Fuera de este mundo y, en cierta forma tomando lo mejor de los dos polos extintos (Global y Local). Es también, el más complejo, porque básicamente implica un cambio de paradigma. Debemos abandonar el antropocentrismo y adoptar un enfoque mucho más holístico, percibirnos como un miembro o elemento más del algo mucho más grande e intrincado: la Naturaleza. Comprender, que destruir la Naturaleza es en realidad destruirnos a nosotros mismos. Y luego, tenemos que reorganizar el sistema político, social y económico a partir de esa nueva perspectiva. Suena imposible, pero es quizá nuestra última opción, a la cual tengamos que movernos por la buena o por la mala. Latour dedica el resto del libro a explicar más esta idea, pero por ahora es suficiente.
Le pregunto a mi madre cómo se sentiría si, en una «hipotética» situación, nos dijeran un día que ya no podemos entrar a la Condesa o la Roma porque ahora son territorios estadounidenses y requerimos un permiso. O qué sucedería si un día en la colonia hubiera tantos haitianos que decidieran echarnos con violencia. Lo que intento es justamente transmitir lo que de alguna forma se está viviendo en otras partes del planeta.
Lo que está ocurriendo en otros países debería de advertirnos para lo que muy pronto veremos suceder en el nuestro. ¿Qué deberíamos hacer ante la migración? ¿Será momento de frenarla a cualquier costo o debemos mostrar algo de empatía y humanidad? Me sorprende lo mucho que, al pensar en este tema, entran en juego los conceptos de nación, raza y fronteras.
Algo que dice Latour es que todos debemos tener derecho a un lugar dónde vivir, pero nunca deberíamos dejar de preguntarnos qué se supone que nos los da. ¿Herencia? Al fin y al cabo, la historia de nuestra especie es una historia de migrantes.
Examinando lo que ha ocurrido en otros países, considero que intentar frenar la migración es vano. Tenemos que apostar por el Polo de atracción Terrestre de Latour que nos pide aprender a abrazar la diversidad, «el conocimiento de formas de existencia que se niegan a limitarse a una localidad y a encerrarse dentro de una frontera cualquiera». Debemos integrarnos sin llegar a perder la identidad.
Todas las imágenes fueron creadas por IA (Image Creator de Microsoft Bing) ↩︎
El origen de la palabra «Palestina» se remonta a tiempos bíblicos y surge del término hebreo para referirse a «Filistea», es decir, la tierra de los filisteos. Para el tiempo de los romanos y el latín, la palabra adoptó el significado de «provincia romana». ↩︎
El presidente Joe Biden revirtió la decisión y reincorporó a los Estados Unidos al acuerdo en cuanto tomó posesión de su cargo. ↩︎